Con toda la onda de Up y Ice Age 3, la parafernalia mercantilista descarada construida en torno a estos filmes y el público lelo y boquiabierto que asiste en masa a las salas, no me queda otra que recordar esta asombrosa producción que con escaso presupuesto pero muy buenas ideas, se plantó entre los grandes el año 2003.
No me malentiendan. A pesar del negocio que representan los estrenos de Dreamworks o Pixar, hay que reconocer que en general, son productos de una factura técnica abismante y con guiones que ya se los quisiera cualquiera escritor. Le apuntan medio a medio al crear cintas que pueden ser comprendidas tanto por los niños, como por los adultos que debemos acompañarlos. Y eso es un gran mérito, porque en mi época, con los aburridos y mamones estrenos de Disney, los más viejos te pasaban como pelota para todas partes, porque nadie quería ir a mamarse las tonteras inocentonas de la factoría del ratón. Ahora, da gusto ir a ver piezas como Wall-E, Shrek, Finding Nemo o Monsters Inc.
Claro, también estamos hablando de películas que gracias a la tecnología han logrado que la animación en 3D se convierta en un subgénero al que muchos creadores y productoras apuntan relamiéndose con lujuriosa codicia. Por eso, más destacable es el éxito que tuvo Las Trillizas de Belleville hace ya cinco años, y la trascendencia de una obra que, simple en apariencia, es un manjar para todo fanático de la animación y del cine en general.
En una ciudad ficticia que parece una mezcla de las grandes urbes de los años 50, Madame Souza cría a su hijo para ser un campeón de ciclismo, en compañía de Bruno, un perro simpático que es uno de los manjares de la película. El problema es que la mafia lo secuestra a él y a otros ciclistas para que hagan funcionar sus máquinas de apuestas. Madame Souza, con una inocencia única, irá junto a su perro al encuentro del hijo desaparecido en la laberíntica ciudad de Belleville. En el camino se encontrará con Violette, Rose y Blanche, las excéntricas trillizas que la ayudarán a llevar a buen puerto su misión.
¿Cuáles son las gracias de la peli? Sobre todo, sus dibujos, caricaturas que se ríen de los estereotipos físicos del ciclista, de los mafiosos, de los europeos y de los americanos en general. También son de gran atractivo sus fondos, sus escenarios, cada detallada ambientación que sumerge al espectador en un mundo que aunque reconocible, es fantástico y casi surreal. Si a eso se le agrega una banda sonora realmente atinada en cada nota y algunas secuencias memorablemente irónicas y divertidas (como la cena de ranas de las trillizas o el paso del tren cerca de la casa de Madame Souza), tenemos un menunje que como resultado nos da una película de animación de una calidad envidiable, aún más si consideramos que se trata de una cinta no verbal, que deambula entre los gestos exagerados (o la ausencia de gestos) y murmullos apenas explicativos.
Su realizador cita entre sus referencias el cine de Jacques Tati y a las grandes estrellas del cine y la música de los años 20. El homenaje se nota hasta en la coloración de cada cuadro y en la caracterización de todos los personajes en una obra de calidad notable, un tanto desconocida, pero no por ellos carente del merecido valor que le otorga el esfuerzo de hacer una cinta en 2D, con un guión de lujo y diseños que de verdad, transportan al espectador por poco más de una hora al maravillos mundo de Belleville, en donde todo se convierte en magia... Se las recomiendo, para observar en su justa medida los recientes y tecnológicos estrenos de las grandes factorías gringas. Un viaje en reversa a esta y otras cintas bien valen la pena para no aplaudir tan ciegamente a los nuevos "monos animados" que nos venden hasta en las cajas de McDonald's...
LA PELICULA
Las Trillizas de Belleville
(Les Triplettes de Belleville)
2003
78 minutos
Dirigió y escribió Sylvain Chomet
Produjo Didier Brunner
Editaron Philippe Frere y Chantal Colibert Brunner
Arte de Evgeny Tomov
Música de Benoit Charest
Voces de Michelle Caucheteux, Jean-Claude Donda, Michel Robin, Monica Viegas, Noel Baye, Suzy Falk y varios otros franchutes...