12.27.2007

Días Extraños: o cómo superamos el síndrome de Y2K


Ya que estamos en la onda de cerrar el año, tuve en mente hacer algo sobre todas las versiones que se han hecho para el cine de Un Cuento de Navidad, la legendaria novela corta de Charles Dickens escrita por allá en 1843 y que ha servido como fuente de inspiración para una larga lista de películas entre las que se incluye Scrooged (1988), protagonizada por el gran Bill Murray y una de las pelis navideñas que es realmente agradable ver en estas fechas.

Pero ya que mi compadre Rodrigo me ganó el quien vive, me abocaré en la misión de comentar una peli que me parece bastante interesante y que casi cae en la categoría de “las películas que olvidamos”. Sí, porque se desarrolla en aquellos apocalípticos días previos al final del año 1999, cuando todos andábamos vueltos locos con el síndrome Y2K, temiendo que con el inicio del nuevo milenio, íbamos prácticamente a volver a la Edad de Piedra. Días Extraños fue realizada en 1995, bajo el alero del poderoso James Cameron y con la dirección de Kathryn Bigelow, una mina que se las trae al momento de hacer películas de acción (sólo basta con recordar la vertiginosa Punto de Quiebre, 1991). En esta cinta nos encontramos con un ex policía bastante a maltraer, muy en la onda del prototipo de duro derrotado, llamado Lenny Nero (Ralph Fiennes) se gana la vida traficando realidades virtuales que se han convertido en una droga en aquel caótico e imaginario 1999, pues le permiten a sus consumidores vivir en carne propia las más agradables o perversas realidades ajenas. El asunto es que el pobre Lenny está obsesionado con una cantante interpretada por Juliette Lewis (que, sí señores, canta con su propia y regular voz en la cinta), mientras se niega a pescar a Mace (la estupenda Angela Bassett), una mina de color que le hace de chofer y conciencia. Así están las cosas cuando cae en sus manos un CD-Rom que conecta el asesinato de una de sus ex novias con la muerte de un rapero revolucionario llamado Jericho 1. Ahí las cosas se le empiezan a complicar a Lenny que con la ayuda de Mace y Max (Tom Sizemore), deberá develar quién cometió los asesinatos y cuál es la oscura trama que se oculta detrás de ellos. Por supuesto que el desenlace final se produce durante la noche de año nuevo del 2000…

El asunto es que la apuesta visual de la peli es realmente buena, con unos cototos planos secuencia de las “realidades virtuales” y logra que el espectador realmente se meta en el cuento de aquel futuro-pasado oscuro, depre y caótico, con seres humanos dominados y subyugados por la tecnología, lo que en cierta forma no está tan alejado de la realidad. No es una peli para todos los paladares. La mezcla de cine negro con tintes apocalípticos, romances velados, tecnología aberrante, sci fi y suspenso no siempre funciona bien, pero hay que reconocer que es un film bien logrado, de esos productos que lamentablemente pierden su valor una vez pasada su fecha de vencimiento, pero tal como ocurrió con 1984 de Orwell, si bien puede haber un problemilla con los años, lo cierto es que Bigelow, Cameron y compañía acertaron medio a medio al utilizar al síndrome del fatídico año 2000 como excusa para mostrar hasta que punto la tecnología nos consume y nos mata lentamente.

Súper recomendable, aunque haya perdido parte de su vigencia, Igual vale la pena verla si la pillan en el cable o en un video club (¿devedéclub debería ser ahora?), sobre todo por su inteligente apuesta visual y porque, a pesar de todo, cada año nuevo que pasa es símbolo de cosas buenas o cosas malas por venir…

Bueno, un abrazo a todos y que el año que comienza esté lleno de buen cine, buena música, mucho sexo, copete y dinero a raudales…

Nos vemos el 2008!


FICHA TECNICA

Días Extraños (Strange Days)
1995
145 minutos
Dirección: Kathryn Bigelow
Producción: James Cameron, Steven-Charles Jaffe
Guión: James Cameron y Jay Cocks
Fotografía: Matthew F. Leonetti
Música: Graeme Revell
Edición: Howard Smith y James Cameron
Reparto: Ralph Fiennes, Angela Bassett, Juliette Lewis, Tom Sizemore, Michael Wincott, Vincent D’Onofrio y caleta de extras en los conciertos de la Juliette…

12.22.2007

CINEMA INFERNO: SANTA CLAUS/ DURO DE MATAR

A propósito de la fecha que se avecina un Super Programa Doble con películas Navideñas

Título Original: Santa Claus
Director: Jeannot Szwarc
Año: 1985
Guión: David Newmann y Leslie Newmann
Reparto: Dudley Moore, John Lithgow y David Huddleston como el Viejito Pascuero!

Para todos ustedes que quizás no sepan, el viejito pascuero, Santa Claus o Papá Noel, nació en 1928 producto de una campaña navideña de the Coca Cola Company, tomando como base la leyenda de San Nicolás y poniendole bastante de su cosecha, como por ejemplo el traje rojo, el nombre de los renos y otras parafernalias similares, la epítome llegó en 1985 con el comercial más largo jamás hecho (compite con Mi Amigo Mac que es un comercial de 90 minutos de McDonalds) en la que todos los personajes de la película beben Coca Cola hasta el hastío, si se fijan bien ahora entenderan la extraña similitud entre los colores corporativos del viejo pascuero y la empresa de la bebida, pero no es que me caiga mal el viejo este, sino que me carga el aprovechamiento de las entidades que lucran con su imagen y uf... ya no me hagan hablar.

La Trama: La historia de Santa Claus, de cuando era un viejo carpintero que regalaba juguetes hace cientos de años en algún poblado escandinavo y como fue abducido por el Polo Norte y se convirtió en el viejo pascuero, De como un elfo con intenciones corporativas y de producción en masa(Dudley Moore) es desterrado del polo norte y se asocia con un empresario (John Lithgow) que lo engaña para apoderarse de la Navidad con dulces que hacen volar a los niños (los dulces son hechos con polvo de estrellas que es lo que usaban los renos de Santa Claus para poder volar) y todo el plan es frustrado por la sobrina del empresario con la ayuda de un niño mendigo, y por supuesto, Santa Claus. Un bodrio de película, pero cuando tenía ocho años la vi casai tantas veces en el cine como Rocky IV, pero esta vez fue a propósito, es uno de mis placeres culpables inconfesables como que me gustan las piernas de la Cheerleader indestructible de Héroes o que tuve fantasías con una de las chicas de Supernova (más de una). Dato freak, el director de ésta película ha dirigido varios capítulos de la mencionada Héroes. Pero volviendo a la película, esta se la roban los Renos de Santa Claus, que no hablan, son títeres y sin embargo son lo mejor de todo, mala recomendación no creen?... no importa, tengo otra.

Título Original: Die Hard
Director: John McTiernan
Año: 1988
Escrita por: Roderick Thorp, Steven de Souza y Jeb Stuart
Reparto: Bruce Willis, Alan Rickman, Bonnie Bedelia, Alexander Godunov

A mi parecer una de las mejores películas de acción junto con Ronin, 1998. Además de ser la vasija que contiene una de las frases más celebres del cine como lo es "Yippee-ki-yay, motherfucker!!" Algunos la definen como la película de acción que cambió las películas de acción, quizás eso sea musho, pero lo que si es cierto es que la película es entretenida, es yanqui y es machista, las tiene todas para ser buena! Si a eso le agregas a un chicoco medio pelado diciendo garabatos y matando alemanes guapetones a pata pelada, derribando helicopteros y haciendo cagar un edificio... como diría Hermes, es la zorra máxima. Ahora que tiene de navideña?... pues que está película ocurre en extactos 120 minutos de la noche de Navidad del año 1988 y aunque muchos no se den cuenta, está realizada en tiempo real, es decir desde que se dispara la primera bala hasta cuando Hans cae del edificio no hay elipsis, eso también es tiempo real, pero con cortes..muchos y bien hechos (afírmate Matías Bize).

Los datos freaks, el edificio Nakatomi es en realidad el edificio de la Fox, que no solo cobró el arriendo de su propio edificio para hacer la película sino que además organiza un tour para que conozcan "el edificio de Duro de Matar", si estos gringos son capos pa sacar plata. El papel de John McClane le fue ofrecido primero a Arnold Scharzenegger, luego a Sylverster Stallone, Burt Reynolds y Richard Gere, pero ninguno lo quiso, los dos primeros deben haberse sacado todos los vellos púbicos por haberla rechazado, ya que es esta película la que cambió la perspectiva de las películas de acción, en donde el "jovencito" si se despeina, se ensucia, se hiere, sangra y dice garabatos a todo el mundo, además de ser sarcástico e hinchapelotas y que a la larga dejó a estos señores un tanto de capa caída. Claro que no es del tipo de películas que se recomienda ver una tarde de 25 de diciembre con la familia como para relajarse, pero si con unos amigotes y derrochar un poco de testosterona.
Y bueno, un sudoroso abrazo de navidad para todos mis lectores y compañeros de Blog y que lo pasen chancho, nos vemos el próximo año.

12.18.2007

Koyaanisqatsi: cuando el cine se pone pantalón largo y la música, corbata



Koyaanisqatsi: Ko.yaa.nis.qatsi (del lenguaje Hopi): 1. Vida enloquecida 2. Vida en confusión 3. Vida en desintegración 4. Vida desequilibrada 5. Estado de la vida que clama por una nueva forma de vivir.

Cuando escuché la banda sonora de Koyaanisqatsi, quedé en un estado de descompensación mental y física que aún recuerdo con bastante claridad. Su autor es Philip Glass, un tipo que hace música minimalista, escasa en notas, escalas y armonías, pero que en base a la repetición de elementos y la concatenación de ideas logra poderosos efectos en quien está escuchando sus discos. La cosa es que hace varios años este disco llegó a mis manos y quedé fascinado, preguntándome qué clase de descabellada película podría tener una banda sonora tan maravillosa, inspirada, titánicamente épica y hasta catártica.

Entonces, hace un par de años, me encontré con una sorpresa en el canal del cable MGM. A eso de las cinco de la tarde, un día domingo, iban a transmitir Koyaanisqatsi, así como si nada, como quien programa una de las pelis de Indiana Jones o un bodrio de Disney. Para esa fecha ya tenía cierto conocimiento de lo que muchos críticos y cinéfilos llaman “películas no verbales”, una serie de cortos y largos documentales que no utilizan diálogos ni voces en off (o las usan en cantidades mínimas), si no sólo imágenes, música y audio ambiente para dar a conocer sus ideas y declaraciones de principios, casi siempre relacionadas con el medio ambiente y la locura bestial del mundo en que vivimos. Había visto la obra cumbre del género, Baraka (Ron Fricke, 1992), y un extraño experimento en la misma línea dirigido por Werner Herzog, Lecciones de la Oscuridad (1992). La cuestión es que me interesaba ver Koyaanisqatsi porque todas las fuentes decían que esta peli era la madre del cordero, además de ser la primera de la trilogía Qatsi que su director, Godfrey Reggio, concluyó el año 2002 con Naqoyqatsi.

Entonces, junto a una cerveza y mis cigarrillos me senté frente a la pantalla del tele, dispuesto a disfrutar de esta peli realizada en 1982 por un tipo que pasó la mitad de su vida en el seminario, con la severa idea de convertirse en cura, y que cambió el camino divino por una cámara de cine para hacer documentales “no verbales” y unirse a diversas causas políticas progresistas en Estados Unidos. Con bastantes recursos para la época, Reggio se lanzó en la épica aventura de construir una historia en la que muestra detallada y poéticamente las facetas negativas del mundo actual a través de contrastes entre mágicos paisajes (que por supuesto recuerdan el territorio en donde vivían los indios Hopi, cuyas profecías son inspiración de estas pelis), el urbanismo exacerbado de los gringos, la tecnología que nos esclaviza y aquella vana intención del ser humano de “conquistar” el espacio, dejar atrás el basurero para ir en busca de un nuevo patio trasero.

Cada secuencia de la película está delimitada por la banda sonora de Glass, por extraordinarios planos en especial naturales y por alucinantes secuencias ralentadas o en cámara rápida que denotan aún más la locura del mundo en que vivimos. Para muestra, un botón, el trailer de Koyaanisqatsi que al final terminó siendo producida por Francis Ford Coppola y siendo considerada una película de culto y una de las mejores en el género documental medioambientalista.

No es necesario, pero sí recomendable ver las otras dos pelis de la trilogía, así como también la alucinante Baraka (que ya comentaré), dirigida por quien fue camarógrafo y co-guionista de Reggio, el señor Ron Fricke. Obviamente también es recomendable ver otras de esta misma onda, en especial Genesis, de Claude Nuridsany y Marié Pérennou (2004) los mismos creadores de la aclamada Microscosmos. Pero, por lo menos desde mi punto de vista, Koyaanisqatsi tiene la magia de ser la pionera (aunque me quedo con El Hombre de la Cámara de Dziga Vertov -1929- como la madre de esta onda), la más poética, la más poderosa en cuanto al valor de las imágenes y la pionera, en una época en que el tema del medioambiente recién era conversación de unos pocos adelantados y que Reggio, a través de su particular visión, logró poner en celuloide y así, en la memoria del público.

Realmente, imperdible...

*Para mayor información sobre "películas no verbales", pueden visitar www.spiritofbaraka.com

FICHA TECNICA DE LA PELICULA
Koyaanisqatsi
1982
87 minutos
Dirección: Godfrey Reggio
Producción: Godfrey Reggio
Guión: Ron Fricke, Michael Hoenig, Godfrey Reggio y Alton Walpole
Fotografía: Ron Fricke
Música: Philip Glass
Edición: Ron Fricke y Alton Walpole

FICHA TECNICA DEL DISCO
Koyaanoisqatsi – Philip Glass
1983

Lista de temas

1. Koyaanisqatsi 3:30
2. Organic 7:43
3. Vessels 8:06
4. Cloudscape 4:39
5. Resource 6:39
6. Pruit Igoe 7:53
7. The Grid 21:23
8. Prophecies 13:36

Los músicos
Voz de Koyaanisqatsi: Albert de Ruiter
Coro: The Western Wind Vocal Ensemble
Teclados: Michael Riesman
Saco, flauta, clarinete: Jack Kripl
Saxo: Jon Gibson / Richard Peck
Saxo, clarinete: Bob Mintzer
Piccolo, flauta: Tom Nyfenger
Trompetas: Lew Soloff / Charles Lewis / Lowell Hershey / Mark Gould / Allan Dean
Corno francés: Sharon Moe / Peter Gordon / Russell Rizner / Brooks Tillotson / Albert Richmond
Trombón: Bob Smith / Keith O'Quinn / George Flynn / James Pugh
Tuba: Warren Deck / Samuel Pilafian
Viola: Jill Jaffe / Sue Pray / Theodore Israel / Jean Dane
Cello: Seymour Barab / Beverley Lauridsen / Kermit Moore / Frederick Zlotkin
Bajo: John Beal / John Bongiorno.

Datos del CD
Antilles 422-814042
Nonesuch 79506-2

12.11.2007

Las Películas que Olvidamos: TERROR A BORDO (1989)


El día que conocí a Nicole Kidman

Hace un par de días, mientras combatía mi insomnio crónico con el invariable e penintente zapping, me encontré con Terror a Bordo, una peli que había visto en el cine Gran Vía hace muchísimos años. En esa época me pareció un film de suspenso bastante entretenido, dado lo complicado que debe ser hacer un thriller de hora y media en medio del océano, con tres actores, un perro y locaciones en dos yates. Estos son algunos de los elementos de la historia que comienza con el viaje de placer a través del Pacífico de John y Rae Ingram (Sam Neill, siempre en el punto preciso, y Nicole Kidman). Todo muy paradisíaco y calenturiento (imagínense solos en el medio del océano, a bordo de un yate de lujo, junto a su pareja) hasta que se topan con un velero en muy malas condiciones. Sin saber muy bien qué ocurrió, embarcan con ellos al único sobreviviente del cuasi naufragio, Hugie (Billy Zane, para variar, sobreactuado), un tipo bastante encachado y simpático. Pero lo que podría haberse convertido en un excelente guión para una película porno, se convierte en un thriller cuando Hugie descubre su verdadera y sicopática personalidad, mientras John Ingram da con las claves de lo que realmente ocurrió en el velero siniestrado.

Como ya lo dije, la peli no es gran cosa. Sí es muy entretenida y logra traspasarte esa sensación de tensión y claustrofobia, meterte en el cuento de estar solo en medio del mar en compañía de un desquiciado que en cualquier minuto te puede asesinar, sin otro escenario que unos cuantos camarotes y la cubierta de las embarcaciones. Es más, sin dárselas de film inteligente, no recurre a fórmulas rebuscadas para resolver los nudos de la trama y aunque cerca del final el guión se desinfla un poco, aún así sus últimos minutos son bastante sorprendentes.

El asunto es que la protagonista, como ya lo mencioné, era Nicole Kidman. En esa época tenía una decena de papeles secundarios a su haber, estaba súper flaca, no tenía nada de glamorosa, usaba el pelo crespo y largo y lo tenía rojo-rojo. Quizás por efecto de la filmación en alta mar, tenía las mejillas coloraditas, como esas de las rechonchas mujeres bávaras. Buenas piernas, poca pechuga, cejas gruesas y mal depiladas. Una mina del montón, media desabrida y fome, con algunos atisbos de algún día convertirse en una actriz de regular calidad aunque aún carente de talento. Nada que llamara mucho la atención ni hiciera pensar en la estrella que se convertiría en sólo unos años y menos, daba para imaginarse que terminaría casada con Tom Cruise (con quien protagonizó en 1990 la repudiable Días de Trueno), que ganaría un premio Oscar por Las Horas (2002) o que trabajaría con Stanley Kubrick en Ojos Bien Cerrados (1999). Si no me creen, comparen estas fotitos de Nicole antes y ahora.

Tampoco es tan sorpresivo su éxito. De cuando en cuando, el cine australiano da batatazos de taquilla como Mad Max 2 (léanse el comentario de Rodrigo en este mismo blog), Cocodrilo Dundee o Los Dioses Deben Estar Locos. También es fuente de actores que se convierten en estrellas como Mel Gibson, Heath Ledger o Russell Crowe y hasta cantera de directores-artesanos por encargo como George Miller o Peter Weir. El asunto es que la Kidman saltó a Hollywood gracias a Terror a Bordo, dato nada despreciable considerando que es una peli de bajo presupuesto, poca difusión y que tuvo la suerte de ser vista por algún productor o encargado de casting con ese extraordinario y envidiable ojo de lince que tienen algunos y que les hizo ver el potencial comercial, sexual y, por qué no, actoral de esta chica.

Párrafo a parte merece Philip Noyce, el director de Terror a Bordo, regular artesano sometido indolentemente al mainstream hollywoodense. Tiene a su haber la dirección de filmes bastante decentes como Rabbit-Proof Fence, que marcó su regreso a Australia(2002), El Coleccionista de Huesos (1999) y Furia Ciega (1990), pero también se ha hecho cargo de pelis que realmente dejan bastante qué desear como Sliver (1993), Juego de Patriotas (1992) y El Santo (1997).

En fin, otra anécdota más dentro de esta tragicómica historia del cine contemporáneo y que vuelve a confirmar que los genios del mainstream inevitablemente recurren al cine B o hasta el Z para nutrir sus arcas reales y mantener viva, aunque sea artificialmente, la magia del cine.

Ficha Técnica
Terror a Bordo (Dead Calm)
Año: 1989
Dirección: Philip Noyce
Producción: Philip Noyce, George Miller y Vincent Monton
Guión: Terry Hayes, basado en la novela Dead Calm de Charles Williams
Edición: Richard Francis-Bruce
Música: Graeme Revell
Fotografía: Dean Semler
Reparto: Nicole Kidman, Sam Neill, Billy Zane y el perro Benji.

12.06.2007

La Pandilla Salvaje: o cómo un western puede convertirse en una obra maestra


Cuando era chico, pasaba los veranos en Batuco, un pueblito insignificante, medio muerto y caluroso como horno de pizzería. Mis abuelos maternos vivían ahí y claro está, los veranos eran para que ellos regalonearan con los nietos. Mi abuelo Ary era fanático de los tangos, vicio que satisfacía cada tarde con el programa de Alodia Corral y de las películas de vaqueros, vicio que canal 7 o canal 13 satisfacían con esas legendarias “tardes de cine” antes de la telenovela de turno.

Es obvio que yo también enganchaba con las aventuras de John Wayne, el héroe de mi abuelo. Tanto, que después con los demás chicos de la cuadra nos íbamos al patio de la casa (en realidad, era una parcela inmensa) y con pistolas de palo tratábamos de recrear la película vista, no sin antes perder una hora definiendo quién iba a ser Johnny, el comisario del pueblo.

El asunto es que con el paso del tiempo empecé a encontrarle bastante gracias sentido y valor a algunos westerns. De hecho, es uno de mis géneros preferidos por su transparente y necesaria violencia, metafísicas observaciones acerca de las más oscuras bajezas humanas y también, extraordinarias virtudes, pero por sobre todo, por la constante búsqueda (a veces inconciente) de nuevas formas cinematográficas. Entre mi dvdteca de clásicos de culto se encuentran por supuesto, Shane, el Desconocido (George Stevens, 1953), El Tesoro de Sierra Madre (1948, John Huston), Río Rojo (1948, John Howard Hawks), Los Siete Magníficos (John Sturges, 1960), muchos spaghetti westerns como Django (Sergio Corbucci, 1966), El Bueno el Malo y el Feo (Sergio Leone, 1966), Sábata (Gianfranco Parolini, 1969) y Por un Puñado de Dólares (Sergio Leone, 1964) y hasta obras más contemporáneas como las de Clint Eastwood, El Jinete Pálido (1985), que no es más que un remake de Shane, y Los Imperdonables (1992), Rápida y Mortal (Sam Raimi, 1995) o Silverado (Lawrence Kasdan, 1985).

Pero no hay mejor western que La Pandilla Salvaje del gran Sam Peckinpah. Hace poco me compré la edición doble en DVD que me parece puede encontrarse en tiendas especializadas y disquerías aunque con cierta dificultad. Una oferta que no se podía rechazar por ningún motivo. La historia es sencilla, como en todo western: Pike Bishop (William Holden, inolvidable) y su banda de asaltantes compuesta por Dutch (Ernest Borgnine, mejor que nunca), los hermanos Grotch (Ben Johnson y Warren Oates), el viejo Freddie (Edmond O’Brien, perfecto en el papel de vaquero mediocre borracho y jubilado) y Ángel (Jaime Sánchez) logran huir a duras penas luego de una emboscada tendida sobre ellos por Deke Thornton (Robert Ryan, maestro), un mercenario contratado por el Ferrocarril para capturar a Pike. La “pandilla salvaje”, decadente, herida física y espiritualmente, comienza a vagar por el desierto hasta que la oportunidad de un nuevo atraco los lleva a prestar sus servicios al General Mapache (Emilio Fernández en un papelazo) con el objeto de robar un cargamento de armas que luego, cambiarán por oro, con la idea de dejar de una vez y para siempre, las andanzas.

Hasta ahí, todo bien. El asunto es que entre medio, el espectador es testigo silencioso de la trágica historia de Pike y descubre que él y Thornton alguna vez fueron compañeros de fechorías. En tanto, Ángel, mexicano joven e idealista, entrega una parte de las armas a los famélicos rebeldes de su pueblo, lo que provoca la ira del inmisercorde Mapache que lo hará su prisionero. Es así como los restantes miembros de la banda, a pesar de sus diferencias, traumas y desilusiones, deben tomar la decisión, por una vez en sus vidas, de hacer lo correcto, optando por el camino de la redención, cuál inmortal tragedia griega.

La Pandilla Salvaje es una película sólida desde el punto de vista que se la mire. Partiendo por el impecable trabajo de fotografía de Louis Lombardo y sus impresionantes tiros de cámara, y la brillante banda sonora de Jerry Fielding. Ambos fueron nominados al Oscar por su trabajo, mientras que la férrea y consistente dirección de Peckinpah se ganó una nominación del Directors Guild Award. Sin embrago, más allá de estos detalles, lo impactante de la peli es su descarnada visión del Viejo Oeste a comienzos del siglo XX, la época en que la heroica epopeya llega a su fin, entre grandes cantidades de alcohol, ladrones de poca monta, gobiernos corruptos y fríos intereses económicos. Ahí, en medio, nos encontramos con el sufrido pasado de Pike y el dolor de sus heridas físicas y espirituales, el corazón honesto y templado de Dutch (brillante cuando encara a Pike y le dice “no importa si das o no tu palabra, lo que importa es a quién”), la desfachatez de los hermanos Grotch, la simpleza desencantada de Freddie y el idealismo de Ángel que, sabe, no le traerá positivas consecuencias ni a él ni a su pueblo. Y por supuesto, la visión descarnada y desilusionada de Deke Thronton, que asume sin perjuicios su destino como observador impávido del inevitable final de Pike.

Por otra parte, y hay que destacarlo, La Pandilla Salvaje posee dos secuencias de violencia, más que gratuita, poética. La emboscada que abre el film es una pieza maestra en edición, al igual que el tiroteo final (me parece que es uno de los más largos de la historia del cine), donde las balas se confunden con la redención y los planos en cámara lenta extienden de modo aún más doloroso el sufrimiento de los protagonistas y del espectador. Es más, quizás por eso nada de lo que ha hecho John Woo me sorprende y creo que si ven la peli me encontrarán razón cuando digo el Woo es directo descendiente del cine de Peckinpah (eso sin mencionar a Tarantino… De seguro el viejo Sam es una de sus mayores influencias)

Para muchos, más allá de representar el fin del Viejo Oeste, La Pandilla Salvaje también es el fin del western clásico que Eastwood resucitaría con Los Imperdonables. Para mí, es una obra maestra, poética, cruda y sin concesiones, perfectamente construida como western y tragedia clásica; una película realmente imperdible…

Bueno, el asunto es que de todas maneras me recuerda mis años infantiles en Batuco y si pudiera volver al pasado, me diría a mi mismo que no peleara más por el papel del estúpido comisario Johnny, que es mejor ser un asesino viejo, sufrido y decadente llamado Pike…

Ficha Técnica
La Pandilla Salvaje (The Wild Bunch)
Año: 1969
Dirección: Sam Peckinpah
Guión: Sam Peckinpah y Walon Green
Edición: Louis Lombardo
Música: Jerry Fielding
Fotografía: Lucien Ballard

Reparto: William Holden, Ernest Borgnine, Robert Ryan, Warren Oates, Ben Johnson, Edmond O’Brien, Emilio Fernández, Albert Dekker, Jaime Sánchez, Alfonso Arau y un montón de extras mexicanos

12.03.2007

Porcupine Tree: Cuando la luna toca tu hombro...


The Sky Moves Sideways (1995)

Hoy por hoy, Porcupine Tree se ha convertido en algo así como una banda de culto, con seguidores desperdigados por todo el mundo; una masa de fieles adictos que han sido hipnotizados por el sonido entre sicodélico, rockero, metálico y progresivo de un tal Steve Wilson, considerado por muchos como uno de los grandes talentos, si no genio, del rock contemporáneo junto a personajes de la talla de Daniel Gildenlöw (Pain of Salvation), Toby Driver (Maudlin of the Wheel y Kayo Dot) y John Petrucci (Dream Theater).

En fin, a fines de los 80 el siempre inquieto Wilson editó bajo el nombre de Porcupine Tree dos casetes (sí, casetes!!!) que después juntó en un solo CD que fue editado con el nombre de On the Sunday Life, que a la sazón es el primer disco oficial de PT (1991), claro que aquí el señor Wilson las hacía todas como multiinstrumentista. Sólo a partir de Up the Downstairs (1993) se unirían otros músicos y de ahí en adelante, una exitosa historia de discos legendarios, por lo menos en el ambiente under.

Si bien en un comienzo PT destacaba por su cercanía a la sicodelia y al prog rock (algunas de sus canciones están hediondas a Pink Floyd), a partir del disco In Absentia, (2002) Wilson llevó a la banda por vertientes más metaleros, incluso con bastantes influencias de extreme y tech metal. No es un cambio que a mí me haya gustado, pero el asunto es que PT sigue siendo una de las bandas ícono de la música contemporánea y una de las más creativas e innovadoras del ambiente en estos años, que lamentablemente siguen caracterizándose por la carencia absoluta de ideas, estrellitas de poco peso y escaso talento y la comercialización compulsiva de música chicle.

Hoy me dio por escuchar el que para mí es el mejor disco de PT. Se trata de The Sky Moves Sideways (1995), una joyita que llegó a mis manos gracias a mi compadre Mauro que se encargó pacientemente de inyectarme el vicio por PT. En este álbum, quizás el más sicodélico y prog de toda su carrera, Wilson y compañía dan rienda suelta a su creatividad y talento para generar un disco de largo aliento, con algunos temas que superan los 15 minutos de duración y acento en atmósferas sicodélicas muy a la Pink Floyd y secciones instrumentales totalmente progresivas en la onda de Ozric Tentacles. Partiendo con la fase 1 de The Sky Moves Sideways y la crudeza depre y metafísica de su letra (Sometimes I feel like a fist / Sometimes I am the colour of air / Sometimes it's only afterwards / I find that I'm not there), que culmina con una extensa sección instrumental totalmente progresiva, sicodélica y hasta con algunos tintes orientales. En seguida, Dislocated Day, el tema más “pop” (sólo por llamado de algún modo) y rockero del disco y luego, la triste y rompealma The Moon Touches Your Shoulder. La segunda parte del disco está compuesta por una breve intro instrumental que abre paso a dos composiciones de largo aliento, Moonloop y The Sky Moves Sideways (fase 2), temazos de increíbles atmósferas, excelentes solos de guitarra y épicos finales.

En fin, un deleite para los fanáticos de la sicodelia y el prog clásico, de esos discos que escuchas como si fueran epifanías cuando andas achacado y que traen lluvia a los días soleados que detestamos… Totalmente recomendable para perder la esperanza, desilusionarse de la vida y renegar de la belleza fácil y falsa del mundo que nos rodea, pero aún así, ser feliz y disfrutar de cada track como si fuera un manjar…

Pueden escuchar algunos samplers del disco aquí...

El disco
1.The sky moves sideways - phase one (18:37)
2. Dislocated day (5:24)
3. The moon touches your shoulder (5:40)
4. Prepare yourself (1:54)
5. Moonloop (17:04)
6. The sky moves sideways - phase two (16:46)

Tiempo total: 65:25

También fue editado por C+S Records (CS 8524-2) en los Estados Unidos con las siguientes variaciones: Stars Die en reemplazo de Prepare Yourself, Moonloop en una versión de 8:10 minutos y The Sky Moves Sideways igualita que en el disco original, pero con títulos para cada sección individual.

Lista de temas de la versión en Digipack del 2003:
Disc 1 (48:31)
1. The Sky moves sideways - Phase 1 (18:39)
2. Dislocated Day (5:24)
3. The Moon touches your Shoulder (5:40)
4. Prepare yourself (1:58)
5. The Sky moves sideways - Phase 2 (16:48)

Disc 2 (60:55)
6. The Sky moves sideways - Alternative Version (34:37)
7. Stars die (5:01)
8. Moonloop - Improvisation (16:18)
9. Moonloop - Coda (4:52)

Total Time: 109:26

La Banda
-Steve Wilson / guitarras, teclados, programaciones, flauta, grabaciones y voz.
-Richard Barbieri / sintetizadores y artilugios electrónicos (1,6)
-Colin Edwin / bajo y doble bajo (1,5,6, Stars die)
-Chris Maitland / batería y percusión (1,5,6, Stars die)

Invitados:
-Rick Edwards / percusión (5, Stars Die)
-Suzanne Barbieri / voz (6)
-Theo Travis / flauta (6 – versión 2003)
-Gavin Harrison / batería (2,3 – versión 2003)

Info del disco:
-Delerium CD - DELEC CD 028
-C+S Records (CS 8524-2) en los Estados Unidos
-Snapper Music (2, CD’s, 2004) reedición con lista de temas diferente

12.02.2007

Las Películas que Detesto: ARMAGEDDON

O cómo los gringos siempre salvan al mundo...

Debo reconocer que me gustan las películas de acción. Es una especie de vicio privado y culpable, pero qué diablos, hay películas de acción que son verdaderas obras maestras del género y hasta mejores que otras que se las tratan de dar de “artísticas” o “inteligentes”. Con la esperanza de encontrar una buena peli de acción es que hace varios años fui al cine a ver Armagedón. En aquella época, en Antofagasta (así como en casi todas las ciudades de Chile), todavía había “cines” y no “multisalas”. En fin, junto a la Pili, mi pareja por esos tiempos, nos armamos de valor y con la esperanza de divertirnos con una película decente, partimos al legendario Cine Gran Vía, que estaba ubicado en la Avenida Angamos y cuyo recinto hoy ocupa un canal de televisión antofagastino.

La peli comenzó y bueno, ahí estábamos, prestos a vivir la fantástica, increíble, risible y cuática aventura que empieza con el descubrimiento de un asteroide que está en rumbo de colisionar con la Tierra en sólo algunas semanas (Primer otrosí: ¿Cómo diablos es que con toda la tecnología de la NASA no detectaron el asteroide mucho tiempo antes?). Sin poder pensar en algo mejor, los cerebros de la NASA van en busca de un grupo de rudos perforadores de pozos petroleros encabezados por Harry Stamper (Bruce Willis) y A.J. (Ben Affleck) cuya misión será adiestrar a un lote de astronautas que viajarán en transbordadores hasta el asteroide para perforar su superficie, instalar un nuke y hacer volar la cosa esa, pero como suele suceder en este tipo de películas, son los mismos esforzados obreros los que terminan abordo de las dos naves espaciales rumbo al asteroide para realizar tan loable faena.

Segundo otrosí: ¿Cómo diablos es que en un par de semanas entrenas a un grupo de personas para viajar al espacio cuando un astronauta común necesita años de aprendizaje para recién dejar la atmósfera? Es así que desde esta infantil premisa, la peli se torna realmente inverosímil a poco andar. Es decir, ya estás preparado para una sandez hollywoodense con explosiones, frases para el bronce, soluciones absurdas de última hora y una extensa galería de personajes estereotipados. La cuestión es que lo mínimo que uno pide es cierta coherencia, algo de credibilidad y un poco de diversión. Pero Armagedón no cumple con ninguno de estos requisitos. La trama es tan inverosímil que a la media hora de peli ya estás cabreado y chato de tanto heroísmo pueril. Ni siquiera el reparto, bastante decente por lo demás, salva al guión que es derechamente pro estadounidense, absurdo, fofo y efecticista. Para que recordar que actores de cierto renombre sacrificaron parte de su status con esta porquería de película: Will Patton, Liv Tyler, el gran Steve Buscemi, Michael Clark Duncan, Owen Wilson, Peter Stormare y Billy Bob Thornton, quizás el único que se salva del desastre.

Al final, sales del cine preguntándote por qué no dejaron que el asteroide cayera no más en la Tierra y para acabar con esta peli y todo nuestro dolor. Pero en seguida recuerdas el heroísmo grotesco de Willis que sacrifica su vida por el futuro del planeta y de su hija en una secuencia que a mí me provoca más risa que tristeza o recogimiento.

No sé ustedes, pero a mí Armagedón me latea más que una sesión del Congreso. Con suerte funciona como película de matiné, pero aún así no les recomiendo flagelarse con este bodrio autocomplaciente, plagado de efectos especiales que deslumbran, pero cuya historia no es más que una sucesión de incoherencias que realzan esa mala costumbre que tienen los gringos de tocarse sus partes nobles y masturbarse con su propio orgullo y sus ínfulas de nación todopoderosa…

Ficha técnica
Armagedón (Armageddon)
Año: 1998
Dirección: Michael Bay
Guión: Jonathan Hensleigh y Robert Pool
Fotografía: John Schwartzman
Montaje: Mark Goldblatt, Glen Scantelbury y Chris Lebenzon
Reparto: Bruce Willis, Ben Affleck, Liv Tyler, Billy Bob Thornton, Steve Buscemi, Will Patton, Michael Clark Duncan, Peter Stormare, Owen Wilson, William Fichtner, uno que otro actor conocido en roles secundarios, varios boludos haciendo de genios de la NASA y el asteroide...