12.06.2007

La Pandilla Salvaje: o cómo un western puede convertirse en una obra maestra


Cuando era chico, pasaba los veranos en Batuco, un pueblito insignificante, medio muerto y caluroso como horno de pizzería. Mis abuelos maternos vivían ahí y claro está, los veranos eran para que ellos regalonearan con los nietos. Mi abuelo Ary era fanático de los tangos, vicio que satisfacía cada tarde con el programa de Alodia Corral y de las películas de vaqueros, vicio que canal 7 o canal 13 satisfacían con esas legendarias “tardes de cine” antes de la telenovela de turno.

Es obvio que yo también enganchaba con las aventuras de John Wayne, el héroe de mi abuelo. Tanto, que después con los demás chicos de la cuadra nos íbamos al patio de la casa (en realidad, era una parcela inmensa) y con pistolas de palo tratábamos de recrear la película vista, no sin antes perder una hora definiendo quién iba a ser Johnny, el comisario del pueblo.

El asunto es que con el paso del tiempo empecé a encontrarle bastante gracias sentido y valor a algunos westerns. De hecho, es uno de mis géneros preferidos por su transparente y necesaria violencia, metafísicas observaciones acerca de las más oscuras bajezas humanas y también, extraordinarias virtudes, pero por sobre todo, por la constante búsqueda (a veces inconciente) de nuevas formas cinematográficas. Entre mi dvdteca de clásicos de culto se encuentran por supuesto, Shane, el Desconocido (George Stevens, 1953), El Tesoro de Sierra Madre (1948, John Huston), Río Rojo (1948, John Howard Hawks), Los Siete Magníficos (John Sturges, 1960), muchos spaghetti westerns como Django (Sergio Corbucci, 1966), El Bueno el Malo y el Feo (Sergio Leone, 1966), Sábata (Gianfranco Parolini, 1969) y Por un Puñado de Dólares (Sergio Leone, 1964) y hasta obras más contemporáneas como las de Clint Eastwood, El Jinete Pálido (1985), que no es más que un remake de Shane, y Los Imperdonables (1992), Rápida y Mortal (Sam Raimi, 1995) o Silverado (Lawrence Kasdan, 1985).

Pero no hay mejor western que La Pandilla Salvaje del gran Sam Peckinpah. Hace poco me compré la edición doble en DVD que me parece puede encontrarse en tiendas especializadas y disquerías aunque con cierta dificultad. Una oferta que no se podía rechazar por ningún motivo. La historia es sencilla, como en todo western: Pike Bishop (William Holden, inolvidable) y su banda de asaltantes compuesta por Dutch (Ernest Borgnine, mejor que nunca), los hermanos Grotch (Ben Johnson y Warren Oates), el viejo Freddie (Edmond O’Brien, perfecto en el papel de vaquero mediocre borracho y jubilado) y Ángel (Jaime Sánchez) logran huir a duras penas luego de una emboscada tendida sobre ellos por Deke Thornton (Robert Ryan, maestro), un mercenario contratado por el Ferrocarril para capturar a Pike. La “pandilla salvaje”, decadente, herida física y espiritualmente, comienza a vagar por el desierto hasta que la oportunidad de un nuevo atraco los lleva a prestar sus servicios al General Mapache (Emilio Fernández en un papelazo) con el objeto de robar un cargamento de armas que luego, cambiarán por oro, con la idea de dejar de una vez y para siempre, las andanzas.

Hasta ahí, todo bien. El asunto es que entre medio, el espectador es testigo silencioso de la trágica historia de Pike y descubre que él y Thornton alguna vez fueron compañeros de fechorías. En tanto, Ángel, mexicano joven e idealista, entrega una parte de las armas a los famélicos rebeldes de su pueblo, lo que provoca la ira del inmisercorde Mapache que lo hará su prisionero. Es así como los restantes miembros de la banda, a pesar de sus diferencias, traumas y desilusiones, deben tomar la decisión, por una vez en sus vidas, de hacer lo correcto, optando por el camino de la redención, cuál inmortal tragedia griega.

La Pandilla Salvaje es una película sólida desde el punto de vista que se la mire. Partiendo por el impecable trabajo de fotografía de Louis Lombardo y sus impresionantes tiros de cámara, y la brillante banda sonora de Jerry Fielding. Ambos fueron nominados al Oscar por su trabajo, mientras que la férrea y consistente dirección de Peckinpah se ganó una nominación del Directors Guild Award. Sin embrago, más allá de estos detalles, lo impactante de la peli es su descarnada visión del Viejo Oeste a comienzos del siglo XX, la época en que la heroica epopeya llega a su fin, entre grandes cantidades de alcohol, ladrones de poca monta, gobiernos corruptos y fríos intereses económicos. Ahí, en medio, nos encontramos con el sufrido pasado de Pike y el dolor de sus heridas físicas y espirituales, el corazón honesto y templado de Dutch (brillante cuando encara a Pike y le dice “no importa si das o no tu palabra, lo que importa es a quién”), la desfachatez de los hermanos Grotch, la simpleza desencantada de Freddie y el idealismo de Ángel que, sabe, no le traerá positivas consecuencias ni a él ni a su pueblo. Y por supuesto, la visión descarnada y desilusionada de Deke Thronton, que asume sin perjuicios su destino como observador impávido del inevitable final de Pike.

Por otra parte, y hay que destacarlo, La Pandilla Salvaje posee dos secuencias de violencia, más que gratuita, poética. La emboscada que abre el film es una pieza maestra en edición, al igual que el tiroteo final (me parece que es uno de los más largos de la historia del cine), donde las balas se confunden con la redención y los planos en cámara lenta extienden de modo aún más doloroso el sufrimiento de los protagonistas y del espectador. Es más, quizás por eso nada de lo que ha hecho John Woo me sorprende y creo que si ven la peli me encontrarán razón cuando digo el Woo es directo descendiente del cine de Peckinpah (eso sin mencionar a Tarantino… De seguro el viejo Sam es una de sus mayores influencias)

Para muchos, más allá de representar el fin del Viejo Oeste, La Pandilla Salvaje también es el fin del western clásico que Eastwood resucitaría con Los Imperdonables. Para mí, es una obra maestra, poética, cruda y sin concesiones, perfectamente construida como western y tragedia clásica; una película realmente imperdible…

Bueno, el asunto es que de todas maneras me recuerda mis años infantiles en Batuco y si pudiera volver al pasado, me diría a mi mismo que no peleara más por el papel del estúpido comisario Johnny, que es mejor ser un asesino viejo, sufrido y decadente llamado Pike…

Ficha Técnica
La Pandilla Salvaje (The Wild Bunch)
Año: 1969
Dirección: Sam Peckinpah
Guión: Sam Peckinpah y Walon Green
Edición: Louis Lombardo
Música: Jerry Fielding
Fotografía: Lucien Ballard

Reparto: William Holden, Ernest Borgnine, Robert Ryan, Warren Oates, Ben Johnson, Edmond O’Brien, Emilio Fernández, Albert Dekker, Jaime Sánchez, Alfonso Arau y un montón de extras mexicanos

6 comentarios:

Anónimo dijo...

hey..eso del "un monton de.." era como mi firma tácita...

Anónimo dijo...

GIVE'EM HELL PIKE!!!

Anónimo dijo...

Esta pelicula fue filmada en Parras de la Fuente, Coah, Mex. Yo tenia 6 años y recuerdo estar presente en la grabacion de escenas de la plaza
Cesar Medina

Anónimo dijo...

Perdon.......ya hice cuentas y tenia 12 años
Cesar Medina

Anónimo dijo...

A mi el personaje del General Mapache siempre me recordó al General Stroessner por lo Megalomano,Inculto,Vicioso y bandido que era .

Anónimo dijo...

EN LA ECENA DONDE ESTAN EN EL BANCO SALE EL SEÑOR EMILIO VARGAR ,EL ES EL PAPA DE EDYY ALIAS EDUARDO VARGAS ,EL SALE EN OTROROLLO CON ADAL RAMONES Y TODA VI VIVE Y TIENEN UNA FUNERARIA