7.29.2008

Tardes en el Rex: ROBOCOP (1987)


Recuerdo haber quedado boquiabierto al ver por primera vez la sinopsis de Robocop en televisión. No era para menos, pues todas las imágenes aparecían pixeladas y sólo se escuchaba claramente el sonido incidental: gritos, tiroteos, palabrotas, sonidos mecánicos… y la típica voz en off ochentera aclarando que no mostrarían imágenes de la película por tratarse de la más violentas exhibidas en el cine hasta la fecha, gancho suficiente para cualquier chileno normal que recién veía como la censura previa comenzaba a quedar en el pasado. Eso ya era suficiente para tentarme a ir al cine para ver Robocop.

Por supuesto nos reunimos con todo el lote de fanáticos de aquellos años mozos, pero no pudimos entrar a ninguno de los cines que podríamos llamar oficiales, los gloriosos Gran Vía y Nacional. Así las cosas, tuvimos que esperar hasta unas semanas después de su estreno en Antofagasta, llegara al legendario Cine Rex. Ahí no importaba la edad que tuvieras y la censura era un maní. Lo único que valía era pagar la entrada que en esa época y si mal no recuerdo, no pasaba los 300 pesos. Así las cosas, nos acomodamos como pudimos en las butacas derruidas, rogando que las pulgas no nos desangraran y que los ratones no se cruzaran por la pantalla. Y esa fue la primera vez que vi Robocop y más aún, que supe de la existencia de Paul Verhoeven, porque su película anterior, Conquista Sangrienta, llegó mucho después, obviamente luego del batacazo del policía cyborg en la taquilla más asidua a la sangre gratuita, a las escenas violentas y las muertes grotescas.

La trama ya la conocen. El idealista Alex Murphy (Peter Wheeler) arriba Detroit para integrarse al cuerpo de policía de esa ciudad, sobrepasada por el crimen y la delincuencia, razón por la cual la misma ciudad ha concesionado la policía a la poderosa compañía OCP, cuyo interés por limpiar las calles también radica en levantar la nueva Delta City sobre Detroit, proyecto que debería ser el de una ciudad modelo. Lejano a estos intereses económicos, Murphy trata de cumplir su misión de buen defensor de la ley hasta que cae en manos de la banda de Clarence Boddicker (Kurtwood Smith) y es asesinado de manera brutal -un espectacular tiroteo que incluye un disparo que destroza la mano de Murphy en primer plano. Apenas vivo, se convierte en el conejillo de indias perfecto para el proyecto de Bob Morton (Miguel Ferrer), que pretende crear el policía perfecto, un cyborg mitad máquina, mitad humano, que limpie de una vez por todas Detroit. Así nace Robocop, que a poco andar, también tendrá conflictos internos y tratará de recuperar lo poco y nada que recuerda de su vida anterior, siempre acompañado por la fiel oficial Lewis (Nancy Allen) y con la idea fija de destruir a aquellos que le quitaron su vida, sin sospechar que la venganza lo llevará a descubrir algo mucho más grande.

Fascina el gusto y el detallismo intenso de Verhoeven en las secuencias más violentas, una característica implacable en gran parte de su filmografía. A estas alturas, aún impresiona el fresco retrato de una sociedad consumida por la delincuencia y el crimen, en donde las mega corporaciones tienen el poder sobre la palabra y la acción y aunque la caricaturización excesiva es el sello del film, no es para nada despreciable el interés de Verhoeven por retratar una distopia aberrante, quizás ejemplo exacerbado de lo que pasa por la mente del gringo promedio lleno de miedo después del 9/11.

Pero hilando más fino, y para uno que siente cierto apego a la violencia en el cine, hay un par de muertes impecables, como la de Emil (Paul McCrane), uno de los secuaces de Boddicker, que luego de ser prácticamente disuelto en ácido, es atropellado por Lewis… realmente, memorable. Y para qué hablar de la notable secuencia final, el enfrentamiento entre Robocop-Murphy y Dick Jones, en el edificio de OCP… Nada más cliché, pero tampoco más efectivo, por lo menos en el desarrollo de esta película.

Y hablando de Paul McCrane, a lo mejor muchos lo recuerdan porque también protagonizó por un par de temporadas la serie ER, y también fue muerto de manera cuática, cuando un helicóptero le cae encima… ¡De antología! Y para que hablar de su participación en 24, como el hermano de Jack Bauer que termina siendo asesinado por su propio padre.

Demás está recordarles que tuvo dos secuelas: la segunda todavía salva, tiene su encanto y su crudeza propia, pero la tercera… por lo más sagrado de la humanidad, no la vea y si ya lo hizo… arrepiéntase. Tampoco voy a adentrarme en el mercadeo decadente que surgió en torno a la figura de Robocop que hasta fue convertido en un blanqueado, feble y mamón dibujo animado carente de gracia y de la violencia que enamoró a sus fans.

En fin, Robocop no es una película para todos los gustos, pero cumple a cabalidad la función de entretener, de desatar la violencia que llevamos dentro, de resarcirse en sangre y tiroteos sin remordimiento ni asco, sin pensar en críticos mamones ni en toda esa manga de cinéfilos que reniegan de todo ese tipo de cine que no “arte”… Y eso se agradece, en especial porque gracias a películas como esta, aprendí de chico que los clásicos son intocables, sin importar su género. Y Robocop es un clásico del cine de acción por donde se lo mire.

Ah! Y para los más amigos de las curiosidades, terminaré esta nota con sus nunca bien ponderadas directivas:

1. Servir a la verdad pública
2. Proteger al inocente
3. Hacer que se cumpla la ley
4. No desobedecer la orden de un oficial de OCP

LA PELICULA
Robocop
(Robocop)
1987
102 minutos
Dirigió Paul Verhoeven
Produjo Jon Davison
Guión de Edgard Neumeir y Michael Miner
Música de Basil Poledouris
Fotografía de José Vacano
Editó Frank Urioste
Actuaron Peter Wheeler, Nancy Allen, Ronny Cox, Miguel Ferrer, Kurtwood Smith, Daniel O’Herlihy, Ray Wise y los pobres extras que hacían de habitantes de Detroit…

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