7.21.2008

LAS PELICULAS QUE DETESTO: Gladiador (2000)

La maldición de Ridley Scott
No entiendo a Ridley Scott. Ha realizado filmes mayores, de esos de culto y con una trascendencia difícil de lograr, y por otra parte ha hecho pelis detestables, carentes de alma, absurdamente aburridas… como si de verdad no fuera más que un buen artesano por encargo, mal que se ha esparcido por el mundo del cine comercial como una plaga de mal gusto y peores resultados.
Tampoco puedo comprar a Ridley con tipos como Brett Ratner o Jon Turtletaub. Por lo menos Scott ha demostrado con creces que tiene talento y que aunque le encarguen hacer una mierda, la mierda le quedará medianamente decente… Bueno, a excepción de G.I. Jane (1997) que no se salva por ninguna parte, ni siquiera pasándome rollos con la postura sexualmente ambigua de Demi Moore. Pero si hay una peli de Scott que detesto, es Gladiador y antes que me crucifiquen (o mejor dicho, me tiren a los leones), déjenme explicar por qué.
Me encantan las películas con tintes históricos, por lo mismo, he aprendido a obviar y olvidar esos detalles dramáticos que rompen absolutamente con lo que podríamos llamar la “historia oficial”. En eso, Gladiador no tiene ningún problema. Es más, siempre luce relativamente creíble, con correctas reconstrucciones de escena (obra y gracia de la tecnología) y vestuario, aunque a estas altura me suena cada vez más increíble y jocoso ver a un gladiador hablando en perfecto y correcto inglés considerando lo brutales e ignorantes que eran muchos de los generales romanos de la época, en especial los de extracción de regimiento, como parece ser Maximus, interpretado por un nada tragable Russell Crowe.
Se destaca la escasa pero siempre correcta participación de los veteranos Richard Harris y Oliver Reed, además de la presencia de secundarios bastante dignos como Djimon Hounsou y Ralf Moeller. Más que digna y potente es la aparición de Joaquin Phoenix como Comodus. Sin embargo, por otra parte tenemos a Derek Jacobi con los mismos manierismos de actor de teatro a los que nos tiene acostumbrados y la desabrida Connie Nielsen que no logra en momento alguno, darle algo de peso al importante personaje femenino de la trama.
Por otra parte, está la fotografía que al común de los mortales le puede parecer espectacular y magnífica, pero que a mí me molesta, quizás por esa tendencia al video clip tan inherente a tantos filmes gringos actuales. Mucho filtro, demasiado color retocado; demasiado efecto bombástico en la edición para darle mayor efecticismo a las secuencias de acción, demasiado discurso de baja estofa y frases que pretenden ser para el bronce. Demasiada sangre generada por computadora… bueno, esa crítica es por una cuestión romántica más que nada, pues prefiero la vieja salsa de tomates de las películas B.
Pero lo que menos me convence es la actuación de Crowe. Es una especie de maniquí con armadura, con el ceño fruncido como si sufriera estreñimiento. Me da la impresión que el Oscar se lo entregaron simplemente para saldar la deuda que tenían con él desde El Informante (Michael Mann, 1999), cuando realmente debieron premiarlo como Mejor Actor. La cosa es que comparado con Joaquin Phoenix, Crowe luce como un primerizo mamarracho de actor, más parecido a Clint Eastwood o a Steve McQueen en sus peores momentos. Es más, creo que aparte de las apariciones de Phoenix y los breves papeles secundarios de Oliver Reed y Richard Harris, no es mucho lo que rescato de esta cinta aburrida, predecible, hecha a la medida de lo que gusta y prende entre los críticos gringos que, desde mi perspectiva, se conforman con expectativas bastante bajas y rutinarias en lo que a películas de calidad se refiere, ateniéndose siempre a las mismas viejas y archiconocidas fórmulas formales y de contenido.
Es inevitable también comprarla con otros épicos históricos, como Espartaco de Stanley Kubrick (1960), la notable Quo Vadis (Mervyn LeRoy, 1961) o 300 (Zack Snyder, 2007) que, por último, adopta una estética definida y fantasea libremente sobre la batalla de las Termópilas, caricaturizando sin asco ni remordimiento a sus personajes. Quizás eso es lo que falla en Gladiador, la intención de hacer un épico trascendental y quedarse a medio camino, plagada de personajes estereotipados y secuencias grandilocuentes que fascinan a la platea, pero que son fácilmente olvidables.
No sé qué le pasa a Ridley Scott. A veces, es un tremendo director y otras, un vulgar realizador de esos de matiné, de mal gusto y escasa creatividad. Por lo menos su hermano Tony hace bodrios de películas sabiendo lo que hace, sin tratar de engañar a nadie. Gladiador en cambio, trata de pasar por película inteligente y seria, y no le alcanza ni para función de trasnoche. Y aunque esto también se debe a un mal guión (en este caso, entre tres cerebros no hacen uno), lo cierto es que lamentablemente la marca de la deshonra recae en el pobre tipo que debe poner su nombre al final de la frase “A film by”, en este caso el malogrado Ridley que se llevó aplausos, premios y nominaciones por una película que como tantas otras que se han hecho de la condenada estatuilla, pasará al olvido más temprano que tarde.

LA PELICULA
Gladiador
(Gladiator)
2000
150 minutos
Dirigió Ridley Scott
Produjeron David Franzoni, Branco Lustig, Laurie McDonald, Ferry Needham, Walter F. Parkes, Douglas Wick y Ridley Scott
Guión de David Franzoni, John Logan y William Nicholson
Música de Hasn Zimmer y Lisa Gerrard
Fotografía de John Mathieson
Actuaron Russell Crowe, Joaquin Phoenix, Connie Nielsen, Richard Harris, Oliver Reed, Derek Jacobi, Djimon Hounsou, Tommy Flanagan, Ralf Moeller, cientos de extras digitalizados en los palcos del Coliseo y otros tantos gladiadores que mueren como mosquitos...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

quizas tu pelicula sera mejor, ¿cual hiciste tu???????????????

Las Puertas del Delirio dijo...

Eres Ridley Scott?????? Si es así, no me retracto... En cuanto a las películas que he hecho, averígualo en IMDB... Saludos... Snake Eyes...