A veces me cuesta creer y aceptar que el mainstream gringo sea capaz de generar obras de calidad, inteligentes, bien hechas y mejor pensadas. No voy a negar que me gustan algunas películas de animación de la nueva generación, pues jamás, ni en mi más tierna infancia me agradaron los bodrios de Disney. Debo alabar lo logrado por Monsters Inc. (2001), Finding Nemo (2003), The Incredibles (2004) o Antz (1998), pero hay otras que me han dejado indiferente, aunque todas han aportado ya sea técnica o argumentalmente al género animado que tan de capa caída estuvo a fines de los 90. Pero con Wall-E, Pixar ha dado un salto cualitativo y cuantitativo enorme, dejando la vara altísima para próximas producciones de este tipo.
La historia es sencilla. Los habitantes de la Tierra, al ver el planeta totalmente contaminado y cubierto por basura, han decidido abandonarlo, dejando a cientos de robots cuya única misión es la limpieza de nuestro derruido mundo. Después de 700 años, lo único que queda de aquel ejército de robots es una pequeña unidad de Waste Allocation Load Lifters – Earth Class, es decir un Wall-E, diminuto aparato que durante siglos no sólo ha continuado con su incesante labor de limpieza, si no que hasta ha adquirido su propia inteligencia y hasta cuestionamientos que el espectador prácticamente debe adivinar, ya que el vocabulario de Wall-E no es más que electrónicos sonidos en que se distinguen no más de tres palabras.
Coleccionista empedernido, a poco andar descubriremos que tiene cierta noción de búsqueda de compañía o amor, la que se verá revelada con la llegada de Eve, una robot exploradora con la que Wall-E verá cumplidas sus expectativas y finalizada la búsqueda de aquello intangible que, aún así, sabe que le falta. Pero este encuentro no será si no el inicio de una gran aventura en donde Wall-E será el principal protagonista.
No quiero dar más datos ni detalles, la idea es que la vayan a ver, con sus hijos, sus sobrinos su nietos o solos, porque de todas maneras la van a disfrutar. En primer lugar porque más de la mitad de la película no tiene diálogos y los robots no pronuncian más de tres palabras, una apuesta arriesgada para una película destinada al segmento infantil, pero que funciona de maravillas con grandes y chicos. En segundo lugar, una inmensa cantidad de mensajes entre los que destacan el compañerismo, el cuidado por le medio ambiente, críticas al sedentarismo y a la mediatización del ser humano. Se trata de una obra madura, para nada obvia, plagada de pequeñas delicias para los cinéfilos (directas y nostálgicas alusiones a Cortocircuito y 2001) y por supuesto, un tratamiento visual alucinante, en el que no sólo destaca la magia de los personajes principales, si no que también en especial la casi apocalíptica visión de la Tierra cubierta de desperdicios en contraste con la inocente y tierna figura de Wall-E.
No es que me esté poniendo mamón, pero de verdad la peli es una exquisitez. Es ágil, posee un sólido guión que hasta me recuerda maravillosos momentos del cine mudo. No se trata de una serie de gags mal pegados, si no que de eventos tan cómicos como dramáticos que van construyendo una historia a simple vista sencilla, pero que tiene muchas lecturas entre líneas, construidas sobre una sólida puesta en escena y momentos de impagable emoción.
Lo más sorprendente es que, como pocas veces pasa en películas infantiles, no había cabros chicos corriendo por las escalas a la mitad de la película, ni hablando de cualquier otra cosa. Es más, me sorprendió la empatía que Wall-E logró con los niños, al punto que todas sus preguntas o intervenciones giraban en torno a la película, a comprender lo que no lograban captar, dado que, diablos, debe haberlos puesto a prueba una película que no les entregó todo masticado y casi digerido, lo que debe haber hecho funcionar sus pequeños cerebritos tan mal acostumbrados a la simpleza bobalicona de la televisión, de los juegos electrónicos o de otras películas del género que sabotean y denigran la inteligencia de los más pequeños. Hasta Martín, nuestro “bodoque” observó la película atentamente, casi con la boca abierta y con una concentración que imponía respeto. Tan comprometido estaba con Wall-E que no podía reírme del pequeño robot, pues Martín no dudaba en demostrar su enojo, al salir en defensa de este sencillo e inocente personaje que, para que andamos con rodeos, está diseñado para quererlo a primera vista (gran técnica de mercadeo), pero cuya historia deja mucho más de lo que aparenta.
Bien por lo cerebros de Pixar. Bien por el género animado. Bien por los niños que tendrán la oportunidad de ver una película que los hará pensar un poquito más. Bien por todos nosotros que podemos agregar un nuevo pequeño clásico a nuestra particular filmoteca, uno entrañable y de una calidad difícil de superar.
LA PELICULA
Wall-E
(Wall-E)
2008
97 minutos
Dirigió y escribió Andrew Stanton
Produjeron Jim Morris y Lindsay Collins
Efectos visuales y animación de Lason Johnston, Chris Fowler, George Hull, Austin Lee y Chris Chapman
Música de Thomas Newman
Sonido de Sean England, Benjamin Burtt, Dustin Carwood and Frank Clary
Wall-E
(Wall-E)
2008
97 minutos
Dirigió y escribió Andrew Stanton
Produjeron Jim Morris y Lindsay Collins
Efectos visuales y animación de Lason Johnston, Chris Fowler, George Hull, Austin Lee y Chris Chapman
Música de Thomas Newman
Sonido de Sean England, Benjamin Burtt, Dustin Carwood and Frank Clary
Con las voces de Benjamin Burtt, Jeff Garlin, Elissa Knight, John Ratzenberger, Kathy Najimy, Sigourney Weaver y la participación especial de Fred Willard.
2 comentarios:
Estamos jugando al ajedrez.
Yo muevo tus piezas y vos movés las mías.
Entonces, ¿por qué son "tuyas" tus piezas y "mías" las mías?
Estamos viviendo.
y pensar que wall-e no es más que una caja con ojos...y genera tanta simpatía con el espectador, es increíble la película
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