Era la película que más me tincaba de la extensión del Festival de Cine Europeo en Antofagasta. Y no me equivoqué. Qué pedazo de cinta, amigos míos. Maldigo a todos/as aquellos/as a los que les avisé para que fueran a verla e hicieron caso omiso, pues se perdieron de una de esas escasas obras que personalmente considero como mayores, de gran factura actoral y poseedora de un digno manejo del lenguaje cinematográfico.
La historia es narrada en primera persona por Allan (Jannik Lorenzen), un niño de once años, con aspecto de nerd pero más astuto de lo que parece. Son los confrontacionales años 70 que apenas han tocado el pequeño pueblo donde vive, pero cuya influencia de todas maneras se hace notar. Allan vive en un ambiente bastante opresivo. Henry (Jesper Anholt), su padre que además es vendedor de leche, sufre constantes crisis neuróticas que culminan con eternas e incumplidas amenazas de suicidio que mantienen a la familia despierta gran parte de la noche, amenaza que terminan con Henry llorando como cabro chico, durmiendo en el sillón de la sala. Su madre (Hanna Hedelund) hace como si nada ocurriera y apenas si se preocupa de simular se una buena ama de casa en el día y de tomar pastillas para dormir en las noches. Sanne (Julie Kolbech), su hermana de quince años, ha asumido la insana costumbre de consolar las crisis de su padre acompañándolo en el solitario sillón. Asger (Thomas Knuth-Winterfeld), el hermano mayor, está estudiando arquitectura en otra ciudad y visita la casona de vez en cuando. Así las cosas, el pequeño Allan no tiene otra posibilidad que ser testigo, pero a la vez interferir en aquella escena patética y decadente que se repite noche tras noche y por diversos motivos, hasta que una promesa al Arcángel Gabriel le abre una nueva oportunidad de arreglar las cosas, pues descubre que Henry sólo es aparentemente feliz cuando discursea apasionadamente durante los funerales logrando que todos los asistentes rompan en desconsolado llanto. Entonces Allan está seguro que la vida de su familia mejorará siempre y cuando a su padre no le falten funerales.
El espectador observa la cinta desde el inocente punto de vista del pequeño Allan, testigo casi silencioso de la debacle familiar desde una perspectiva que generalmente se oculta o se muestra tras las ventanas de la casa. Así, cual voyeurista, va descubriendo los secretos de su familia y poco a poco, haciéndose partícipe de ellos, envolviéndose en el drama del amor adolescente, el abuso sexual infantil, las intrincadas y a veces incomprensibles relaciones familiares de sus mayores, y por supuesto, la muerte, presencia constante en este bizarro arte de llorar, en las amenazas paternas de suicidio en busca de compasión y los decesos que comienzan a ocurrir alrededor de Allan.
Cargada de notables secuencias de humor negro, provocadas por la inocente perspectiva de Allan y en especial, por la tragicómica aparición de la hipocondríaca tía Didde, la película enlaza diversos temas en forma casi perfecta, convirtiéndose en una bella y a la vez dolorosa panorámica de esta disfuncional familia en la que el abuso infantil es pan de cada día, así como también hacer la vista gorda frente a él. Amarga en muchos aspectos, sin embargo deja espacio a la esperanza, al arrepentimiento, el perdón y a la redención de algunos de sus protagonistas, en especial, de la sufrida madre que tiene una participación vital y alucinante en una de las últimas secuencias del film.
Mención aparte merece la participación de la joven y sufrida Julie Kolbech, cuyos insostenibles desequilibrios mentales forman parte de lo más oscuro y doloroso del film.
En suma, uno de esos filmes entrañables, con secuencias que te quedan grabadas por su belleza o patetismo. Un buen guión y una más que correcta dirección. Actuaciones decentes y un desenlace abierto, algo esperanzador, algo opaco, como la vida misma. Un film notable, bizarramente bello, muy recomendable para todos aquellos que gustan de historias retorcidas y sobre todo, del buen cine europeo que, y aquí queda más que claro, también tiene fantasmas en el closet que es bueno sacar de vez en cuando…
Ah!, y ojo, el nombre completo de la peli es El arte de llorar a coro… Cuando vean a los dolientes deudos de los finados de la peli, les va a parecer mejor este título y es más, hasta se van a sonreír…
FICHA TECNICA
El arte de llorar
(Kunsten at grande i kor)
2006
106 minutos
Dirigió Peter Schonau Fog
Escribió Bohr Hansen, basado en la novela de Erling Jepsen
Fotografía de Harald Gunnar Paalgard
Produjo Thomas Stenderup
Editó Anne Osterud
Música de Karsten Fundal
Actuaron Jannik Lorenzen, Jesper Anholt, Hanne Hedelund, Julie Kolbech, Rita Angela, Bjarne Henriksen, Thomas Knuth-Winterfeldt, Camilla Metelmann y docenas de extras llorones...
1 comentario:
Bizarramente bella, creo que no hay mejor descripciòn...como bien comenta usted: te deja una mezcla de sentimientos y una desazòn que sè me acompañarà por varios dias.
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