11.03.2008

Antofagasta, el Hollywood de Sudamérica (2002)… o el legado de Adriana Zuanic…


Quizás este sea el comentario más triste y subjetivo que he hecho en este año de Taumatropos & Victrolas… El pasado domingo 25 de octubre, con apenas 45 años de edad, el destino nos arrebató a una mujer notable, la cineasta Adriana Zuanic Donoso.

Tuve la fortuna de trabajar con ella por largos 10 años en diversos frentes, primero como ayudante del estudio de TV de la legendaria Universidad José Santos Ossa, luego como su asistente y encargado de prensa en la productora Glocal Films, que ella misma fundó, y posteriormente en las áreas de Dirección Artística y Medios del Festival Internacional de Cine del Norte de Chile… Tengo el orgullo de haber seguido casi toda su carrera y haber compartido con ella alegrías y desdichas provocadas por los locos sueños que Adriana solía crear pero también, a fuerza de carácter, temple y pasión, hacer realidad…

Uno de esos proyectos es el que justamente nos convoca en esta columna. Antofagasta, el Hollywood de Sudamérica es el único largometraje que Adriana logró hacer, razón por la cual desde mi punto de vista, ahora le da mucho más valor aún, porque en este documental (premiado en Chile, Uruguay y Estados Unidos y exhibido en festivales de cine de tres continentes), no sólo nos adentramos en la, hasta ese momento, desconocida y olvidada historia de tres locos pioneros que en tres años, lograron convertir a Antofagasta en una pequeña Meca del cine, a fines de los años 20… Es también. Una declaración de principios, un estamento de vida a través del cual Adriana no sólo contó esta maravillosa historia, sino que fue más allá, y realiza una dura crítica a la falta de apoyo hacia las iniciativas culturales y, específicamente, audiovisuales; con inteligencia y pulso envidiable, alerta al espectador acerca de la falta de políticas que contribuyan al rescate y conservación del patrimonio fílmico de los pueblos, es decir, de su memoria viva.

Adriana se encontró casi por coincidencia con esta historia. Su incesante búsqueda de conocimientos la llevó a encontrar un pequeño pero revelador libro de la investigadora Eliana Jara, en el que hacía un catastro de las películas realizadas en Chile durante la época muda. Adriana no podía creer que en Antofagasta se hubiesen realizado nueve largometrajes entre 1926 y 1929 y es así como se puso en campaña para recopilar la mayor cantidad de antecedentes posibles para dar vida a esta aventura encabezada por Edmundo Fuenzalida, periodista y director del diario “El Industrial”, quien, seducido por la labia y ensoñanciones de aquel extraordinario personaje llamado Alberto Santana y en compañía del fotógrafo valdiviano Arnulfo Valck, crearon la productora Vita Film, la compañía más redituable de la época, con la que hicieron cuatro películas ahora convertidas en leyenda: Bajo Dos Banderas, Madre Sin Saberlo, Los Cascabeles de Arlequín y Cocaína.

Pero no es sólo una historia de archivos. Adriana y la trouppe que la acompañó en este sueño, tuvo la posibilidad de entrevistar a Edmundo Fuenzalida antes de su deceso, convirtiéndolo en personaje principal de esta película. Y don Edmundo, como en sus mejores años de galán de cine mudo, depositó en cada una de sus entrevistas toda la simpatía, el encanto y la pasión del poeta y diplomático en que se convirtió después de la aventura del Hollywood antofagastino. De su mano y de la mano de notables investigadores de diversas áreas (como Eliana Jara y Floreal Recabarren, entre otros), testigos de la época e insertando notables recreaciones de época para revivir los momentos más destacados de esta verdadera hazaña, Zuanic nos pasea por una época en la que la ciudad vivió su apogeo económico, pero marcada por dolorosas y notorias desigualdades sociales; un momento histórico fracturado por el fin de la era de oro del salitre y por el empuje de este grupo de visionarios del Séptimo Arte, entre los que también destacaron Juan Pérez Berrocal, René Berthelon y Arcady Boytler, todos ellos, con singulares carreras posteriores no sólo en el campo del cine, si no que también en otras áreas del quehacer cultural, deportivo y político.

Adriana no duda en criticar la falta de prerrogativas para proteger el patrimonio audiovisual. De hecho, denuncia que casi todas las películas de la época fueron convertidas en peinetas… Sólo se logró rescatar algunas secuencias de Vergüenza, una de las últimas películas de ficción realizadas en Antofagasta, pero de las demás o de las “actualidades” filmadas durante la época no quedan sino recortes de diarios y por supuesto, este notable documental que rescató y homenajeó a aquellos pioneros del cine mudo antofagastino de los años 20.

Singular y ejemplar es la historia de Alberto Santana, que no sólo filmó en Antofagasta, si no que en Santiago, La Serena y Concepción, entre otras ciudades de Chile, además de realizar un largo periplo por Sur y Centroamérica, convirtiéndose en el padre de las cinematografías peruana y ecuatoriana, además de trabajar febrilmente en otros países, repitiendo la fórmula utilizada en Antofagasta: aunar a fuerza de ingenio a todos los sectores sociales en torno a la filmación de sus películas, utilizando diversas técnicas de marketing adelantadas por décadas a su época. Adriana continúo siguiendo la huella de este trotamundos, como ella lo llamaba, con la idea de hacer una película sobre su vida y obra… Espero de todo corazón que este proyecto no quedé a medio camino, pues se trata de una maravillosa historia que puede iluminar de mejor manera el camino de las nuevas generaciones audiovisuales…

Demás está decir que fue uno de los tantos que colaboró con la realización de esta película, primero como asistente de producción y luego, colaborando con Adriana en la recopilación de la investigación para resumir toda la inmensa cantidad de información reunida a lo largo de cinco años. Por eso les decía que esta nota iba a ser subjetiva y porque, por sobre todo, no creo ser el único que admiró el trabajo de Adriana, su valor para volver a hacer cine en medio del desierto más árido del mundo, contando con colaboradores que en su mayoría provenían de esta misma zona, haciendo lo que Fuenzalida, Santana y Valck habían hecho… Soñar para crear, maximizando los escasos recursos de los que disponían, establecer a Antofagasta como un polo de desarrollo audiovisual a fuerza de testarudez, con pasión y con mucho amor por proyectar la imagen de nuestro norte desde nuestra propia perspectiva hacia el mundo…

LA PELICULA
Antofagasta, el Hollywood de Sudamérica
(o Un Viaje de Ensueño)
2002
90 minutos
Dirigió, produjo y montó Adriana Zuanic Donoso
Música de Horacio Salinas
Fotografía de Marcelo González
Actuaron Mario Ossandón, Mario Guzmán, Daniel Jorquera, Paulina Hayden, Paulina Hernández, Paola Mardones, entre otros… Testimonios de Edmundo Fuenzalida, Eliana Jara, Floreal Recabarren y muchos más…

1 comentario:

Borneck dijo...

Realmente me dolió mucho la noticia, no tenia idea de que había fallecido. Yo soy de Valdivia y le colabore con una fotografía de Arnulfo Valck (el era pariente mío) para su documental. Tengo muy lindos recuerdos de ella auque compartimos muy poco, incluso cuando su documental fue exhibido en el Festival de cine de Valdivia, muchos años después de que había terminado el proyecto, me contacto para que la acompañara, y me entrego un reloj que reconocía el trabajo de mi tío Arnulfo, el cual tengo en mi pieza.


Me gustaría que expresara unas sentidas condolencias, a su familia y amigos, a nombre mío y de mi familia.

Boris Borneck Bielefeldt