Cuando la película terminó, Cindy y yo nos quedamos mirando sin saber muy bien qué decir, pero ambos, con un gusto muy amargo en el paladar. A ella no le gustó. Yo esperaba más… mucho más. Es que es Álex de la Iglesia, un ícono del cine B, maestro y creador de algunas de las cintas más originales y alucinantes de las últimas décadas. Y cuando un director de esa calaña se pega un tropezón, el fanático promedio lo odia, aunque el tropezón no sea tan grande ni grave.
No es una mala película. Tiene nervio, tiene ritmo, algo le queda del humor negro clásico de de la Iglesia, algo tiene de misterio y algunas secuencias muy atractivas. El problema es el desenlace, es tanta acumulación de pistas y posibles sospechosos en las que el guión se entrampa, en un intento por homenajear el cine negro de los 50 y los clásicos Agatha Christie. Algo hay en los actores que no convence. Quizás si Santiago Segura o Álex Angulo hubieran tenido una breve aparición, todo se hubiera hecho más familiar e identificable. Porque con esta película a de la Iglesia le pasa lo que a los jugadores que se identifican por mucho tiempo con la misma camiseta y después se cambian de equipo. Juegan mal, no mojan la sudadera, se ponen fomes… Algo así como el “síndrome Barticcioto”, aunque en este caso ese desafío se traduce en un film más bien frío, tosco, plagado de lugares comunes y lleno de discutibles sorpresas que buscan hacerlo impredecible hasta llegar a un desenlace que se desmorona en soluciones un tanto sencillas y que tienen poco que ver con la poderosa hipótesis original que se plantea al inicio de la película y patentada por Wittgenstein: ¿Podemos conocer la verdad?.
Martin (Elijah Wood, desabrido como siempre) es un joven estudiante gringo que llega a Oxford con el objeto de conseguir que el profesor Arthur Seldom (John Hurt, brillante como siempre) guíe su tesis. Aloja en la casona de la Señora Eagleton (Anna Massey) y su hija Beth (Julie Cox), una cellista que desde un comienzo luce como sospechosa. Más adelante, conocerá a Lorna (Leonor Waitling), una enfermera bastante calentona y a su compañero de estudios, un ruso de apellido Podorov (Burn Gorman), un tipo que por su aspecto también parece sospechoso… de lo que sea, pero sospechoso. En la trama, todos saben más de lo que pretenden, y se van descubriendo retazos de pecados pasados que comienzan a surgir luego de la misteriosa muerte de la Señora Eagleton. Martin y Seldom son quienes descubren el cadáver y comienzan una investigación que tiene muchos elementos de matemática, lógica y filosofía, debido a que el asesino vuelve a atacar, dejando mensajes que tienen mucho de estos elementos y las discusiones en torno a los crímenes que comienzan a sucederse, terminan por convertirse en pequeños tratados acerca de la comprobación de la verdad.
Es aquí que el guión se pierde. No he leído la novela en que se basó la historia, escrita por el argentino Guillermo Martínez y que en Internet tiene muy buenas críticas, pero lamentablemente, me da la impresión que la película se convirtió en una versión menor y más desprolija de El Código Da Vinci (Ron Howard, 2006) aunque son dos cintas con marcadas diferencias. Mientras la película de Howard estaba basada en un superventas y apostó por la persecución policial, de la Iglesia se queda a medio camino entre la observación intelectual (brillante en filmes como El Nombre de la Rosa, 1986, de Jean Jacques Annaud), la investigación policial, elementos clásicos del cine negro y el thriller. Y aunque sus casi dos horas de duración no resultan aburridas, la dispersión de sus elementos, que se hace consistente con el paso de los minutos, es la que desinfla el desenlace que por lo demás, es tan rebuscado y a la vez sencillo, que no deja satisfecho a nadie.
Me duele por de la Iglesia, uno de mis directores y guionistas preferidos. Pero en fin, nadie es perfecto. Quizás lo único positivo es que fracaso de esta cinta conmine al viejo Álex a volver a sus raíces y deleitarnos con lo que sabe hacer, uno de aquellos filmes extremos, oscuros, llenos de humor negro y personajes extravagantes… elementos que en Los Crímenes de Oxford no están por ninguna parte…
LA PELICULA
Los Crímenes de Oxford
(The Oxford Murders)
2008
110 minutos
Dirigió Álex de la Iglesia
Produjeron Mariela Besuievski, Gerardo Herrero y Álex de la Iglesia
Escribieron Jorge Guerricaecheverría y Álex de la Iglesia
Editaron Alejandro Lázaro y Cristina Pastor
Música de Roque Baños
Fotografía de Kilo de la Rica
Actuaron Elijah Word, John Hurt, Leonor Watling, Julie Cox, Anna Massey, Jim Carter, Dominique Pinon, Burn Gorman, Alex Cox y varios secundarios ingleses muy flemáticos…
No es una mala película. Tiene nervio, tiene ritmo, algo le queda del humor negro clásico de de la Iglesia, algo tiene de misterio y algunas secuencias muy atractivas. El problema es el desenlace, es tanta acumulación de pistas y posibles sospechosos en las que el guión se entrampa, en un intento por homenajear el cine negro de los 50 y los clásicos Agatha Christie. Algo hay en los actores que no convence. Quizás si Santiago Segura o Álex Angulo hubieran tenido una breve aparición, todo se hubiera hecho más familiar e identificable. Porque con esta película a de la Iglesia le pasa lo que a los jugadores que se identifican por mucho tiempo con la misma camiseta y después se cambian de equipo. Juegan mal, no mojan la sudadera, se ponen fomes… Algo así como el “síndrome Barticcioto”, aunque en este caso ese desafío se traduce en un film más bien frío, tosco, plagado de lugares comunes y lleno de discutibles sorpresas que buscan hacerlo impredecible hasta llegar a un desenlace que se desmorona en soluciones un tanto sencillas y que tienen poco que ver con la poderosa hipótesis original que se plantea al inicio de la película y patentada por Wittgenstein: ¿Podemos conocer la verdad?.
Martin (Elijah Wood, desabrido como siempre) es un joven estudiante gringo que llega a Oxford con el objeto de conseguir que el profesor Arthur Seldom (John Hurt, brillante como siempre) guíe su tesis. Aloja en la casona de la Señora Eagleton (Anna Massey) y su hija Beth (Julie Cox), una cellista que desde un comienzo luce como sospechosa. Más adelante, conocerá a Lorna (Leonor Waitling), una enfermera bastante calentona y a su compañero de estudios, un ruso de apellido Podorov (Burn Gorman), un tipo que por su aspecto también parece sospechoso… de lo que sea, pero sospechoso. En la trama, todos saben más de lo que pretenden, y se van descubriendo retazos de pecados pasados que comienzan a surgir luego de la misteriosa muerte de la Señora Eagleton. Martin y Seldom son quienes descubren el cadáver y comienzan una investigación que tiene muchos elementos de matemática, lógica y filosofía, debido a que el asesino vuelve a atacar, dejando mensajes que tienen mucho de estos elementos y las discusiones en torno a los crímenes que comienzan a sucederse, terminan por convertirse en pequeños tratados acerca de la comprobación de la verdad.
Es aquí que el guión se pierde. No he leído la novela en que se basó la historia, escrita por el argentino Guillermo Martínez y que en Internet tiene muy buenas críticas, pero lamentablemente, me da la impresión que la película se convirtió en una versión menor y más desprolija de El Código Da Vinci (Ron Howard, 2006) aunque son dos cintas con marcadas diferencias. Mientras la película de Howard estaba basada en un superventas y apostó por la persecución policial, de la Iglesia se queda a medio camino entre la observación intelectual (brillante en filmes como El Nombre de la Rosa, 1986, de Jean Jacques Annaud), la investigación policial, elementos clásicos del cine negro y el thriller. Y aunque sus casi dos horas de duración no resultan aburridas, la dispersión de sus elementos, que se hace consistente con el paso de los minutos, es la que desinfla el desenlace que por lo demás, es tan rebuscado y a la vez sencillo, que no deja satisfecho a nadie.
Me duele por de la Iglesia, uno de mis directores y guionistas preferidos. Pero en fin, nadie es perfecto. Quizás lo único positivo es que fracaso de esta cinta conmine al viejo Álex a volver a sus raíces y deleitarnos con lo que sabe hacer, uno de aquellos filmes extremos, oscuros, llenos de humor negro y personajes extravagantes… elementos que en Los Crímenes de Oxford no están por ninguna parte…
LA PELICULA
Los Crímenes de Oxford
(The Oxford Murders)
2008
110 minutos
Dirigió Álex de la Iglesia
Produjeron Mariela Besuievski, Gerardo Herrero y Álex de la Iglesia
Escribieron Jorge Guerricaecheverría y Álex de la Iglesia
Editaron Alejandro Lázaro y Cristina Pastor
Música de Roque Baños
Fotografía de Kilo de la Rica
Actuaron Elijah Word, John Hurt, Leonor Watling, Julie Cox, Anna Massey, Jim Carter, Dominique Pinon, Burn Gorman, Alex Cox y varios secundarios ingleses muy flemáticos…
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